The Mummy, USA, 1932
D.: Karl Freund
I.: Boris Karloff, Zita Johann, David Manners, Edward Van Sloan, Arthur Byron
Sinopsis: En 1921, una expedición británica descubre la momia de Imhotep, sacerdote del Antiguo Egipto. Junto con él, el Pergamino de Toth (que se creía un mito), que contiene un hechizo “prohibido”, capaz de hacer volver a los muertos.
Cuando el conjuro sea imprudentemente leído, Imhotep revivirá y huirá, llevándose el pergamino consigo, y al responsable de su resurrección riendo sin parar. La momia y el Pergamino de Toth son dados por robado.
En 1932 una nueva expedición inglesa, en el mismo desierto, recibe la visita de un misterioso egipcio que se identifica como Ardeth Bey. Éste les indica donde encontrar la tumba de la princesa Ankh-es-en-Amon, que será exhibida en un museo de El Cairo.
Pero pronto comienzan a suceder enigmáticos hechos en todas las personas relacionadas con este gran hallazgo arqueológico. Eventos inexplicables que incluso llegan a cobrar vidas y que amenazan a la joven inglesa Helen Grosvenor, quien empieza a caer en constantes trances.
El Dr. Müller, esoterista que participó en la expedición de 1921, descubre que esa amenaza es Ardeth Bey. Y pronto queda evidente que él es en realidad la resucitada momia de Imhotep… y que usará criminalmente sus sobrenaturales poderes para llegar a Helen, el amor que perdió hace más de tres mil años.
Crítica: He aquí la película que empezó el mito de la Momia en el cine. Boris Karloff, con su reciente fama por Frankenstein, estelariza una película de horror con títulos tentativos como Im-Ho-Tep, King of the Dead, Cagliostro, pero que al final se optó que se llama lisa y llanamente La Momia.
La historia del sumo sacerdote Imhotep (Boris Karloff), enterrado vivo por haber tratado de revivir a la princesa Ankh-es-en-Amon (Zita Johann), es conmovedora y a la vez terrorífica. Resucitado imprudentemente en el siglo XX, Imhotep usa sus poderes de su sortija mágica y del Pergamino de Thot para asesinar a todos cuantos se puedan interponer en el reencuentro con su amada perdida.
Esta película tiene un acabado de obra maestra. En una época en que las primeras cintas sonoras no tenían música de fondo, aquí se combinan prolongados silencios con una banda sonora adecuada, lo cual contribuye a aumentar el suspenso y terror de la situación.
Por otra parte, se nota una cierta influencia de Drácula en el argumento. No solo la presencia de Edward van Sloan como el Dr. Müller, intelectual némesis del revivido Imhotep, sino por la aparición de elementos y diálogos que parecen solo haber cambiado al conde por una momia, y a la mitología cristiana por la egipcia (un talismán en vez de un crucifijo).
El maquillaje de Karloff como la Momia es impresionante, ¡pero como tal no aparece ni cinco minutos! La resurrección de Imhotep, abriendo los ojos y moviéndose lentamente es magistral. Luego solo vemos su reseca mano y después sus vendas arrastrándose en la penumbra (la foto de la Momia ante el aterrado explorador solo es de promoción).
Otra cosa a destacarse es la escena donde Imhotep (que ha adoptado el alias de Ardeth Bey) hace una escena de flash-back ante Helen Grosvenor (otra vez Zita Johann), revelándole el por qué de su obsesión hacia ella. La música de fondo es simplemente excelente.
Curiosamente, la citada secuencia de flash-backs incluía más escenas que luego fueron cortadas: apariciones de Imhotep en varias épocas de la Historia. En la Edad Media (los créditos señalan a Henry Victor como “el guerrero sajón” de esa cercenada secuencia), la Revolución Francesa (ahí personificó al místico Cagliostro), etc.
No esperemos ver aquí escenas de una horripilante momia apareciendo en todas partes; eso se vio luego en posteriores imitaciones. Tampoco veremos portentos mágicos, o al menos no tan evidentes. Y es que los efectos visuales están al servicio del guión, no al revés.
Si bien hoy todos identifican a Imhotep con Arnold Vosloo, esperan ver la mítica ciudad de Hamunaptra, aguardan ver abrir el mágico Libro de Amon-Ra y otras tantas cosas establecidas en el remake de 1999, se decepcionarán al no ver nada de eso en esta versión original. No hay escenas espectaculares, colosales prodigios sobrenaturales ni aterradoras momias.
Pero todo se compensa con la excelente actuación de Karloff, el ambiente de creciente terror y escenas casi oníricas. Sin ninguna duda, La Momia de 1932 jamás será eclipsada por imitaciones, remakes y demás engrendros surgidos del temor de los hombres hacia lo desconocido.
D.: Karl Freund
I.: Boris Karloff, Zita Johann, David Manners, Edward Van Sloan, Arthur Byron
Sinopsis: En 1921, una expedición británica descubre la momia de Imhotep, sacerdote del Antiguo Egipto. Junto con él, el Pergamino de Toth (que se creía un mito), que contiene un hechizo “prohibido”, capaz de hacer volver a los muertos.
Cuando el conjuro sea imprudentemente leído, Imhotep revivirá y huirá, llevándose el pergamino consigo, y al responsable de su resurrección riendo sin parar. La momia y el Pergamino de Toth son dados por robado.
En 1932 una nueva expedición inglesa, en el mismo desierto, recibe la visita de un misterioso egipcio que se identifica como Ardeth Bey. Éste les indica donde encontrar la tumba de la princesa Ankh-es-en-Amon, que será exhibida en un museo de El Cairo.
Pero pronto comienzan a suceder enigmáticos hechos en todas las personas relacionadas con este gran hallazgo arqueológico. Eventos inexplicables que incluso llegan a cobrar vidas y que amenazan a la joven inglesa Helen Grosvenor, quien empieza a caer en constantes trances.
El Dr. Müller, esoterista que participó en la expedición de 1921, descubre que esa amenaza es Ardeth Bey. Y pronto queda evidente que él es en realidad la resucitada momia de Imhotep… y que usará criminalmente sus sobrenaturales poderes para llegar a Helen, el amor que perdió hace más de tres mil años.
Crítica: He aquí la película que empezó el mito de la Momia en el cine. Boris Karloff, con su reciente fama por Frankenstein, estelariza una película de horror con títulos tentativos como Im-Ho-Tep, King of the Dead, Cagliostro, pero que al final se optó que se llama lisa y llanamente La Momia.
La historia del sumo sacerdote Imhotep (Boris Karloff), enterrado vivo por haber tratado de revivir a la princesa Ankh-es-en-Amon (Zita Johann), es conmovedora y a la vez terrorífica. Resucitado imprudentemente en el siglo XX, Imhotep usa sus poderes de su sortija mágica y del Pergamino de Thot para asesinar a todos cuantos se puedan interponer en el reencuentro con su amada perdida.
Esta película tiene un acabado de obra maestra. En una época en que las primeras cintas sonoras no tenían música de fondo, aquí se combinan prolongados silencios con una banda sonora adecuada, lo cual contribuye a aumentar el suspenso y terror de la situación.
Por otra parte, se nota una cierta influencia de Drácula en el argumento. No solo la presencia de Edward van Sloan como el Dr. Müller, intelectual némesis del revivido Imhotep, sino por la aparición de elementos y diálogos que parecen solo haber cambiado al conde por una momia, y a la mitología cristiana por la egipcia (un talismán en vez de un crucifijo).
El maquillaje de Karloff como la Momia es impresionante, ¡pero como tal no aparece ni cinco minutos! La resurrección de Imhotep, abriendo los ojos y moviéndose lentamente es magistral. Luego solo vemos su reseca mano y después sus vendas arrastrándose en la penumbra (la foto de la Momia ante el aterrado explorador solo es de promoción).
Otra cosa a destacarse es la escena donde Imhotep (que ha adoptado el alias de Ardeth Bey) hace una escena de flash-back ante Helen Grosvenor (otra vez Zita Johann), revelándole el por qué de su obsesión hacia ella. La música de fondo es simplemente excelente.
Curiosamente, la citada secuencia de flash-backs incluía más escenas que luego fueron cortadas: apariciones de Imhotep en varias épocas de la Historia. En la Edad Media (los créditos señalan a Henry Victor como “el guerrero sajón” de esa cercenada secuencia), la Revolución Francesa (ahí personificó al místico Cagliostro), etc.
No esperemos ver aquí escenas de una horripilante momia apareciendo en todas partes; eso se vio luego en posteriores imitaciones. Tampoco veremos portentos mágicos, o al menos no tan evidentes. Y es que los efectos visuales están al servicio del guión, no al revés.
Si bien hoy todos identifican a Imhotep con Arnold Vosloo, esperan ver la mítica ciudad de Hamunaptra, aguardan ver abrir el mágico Libro de Amon-Ra y otras tantas cosas establecidas en el remake de 1999, se decepcionarán al no ver nada de eso en esta versión original. No hay escenas espectaculares, colosales prodigios sobrenaturales ni aterradoras momias.
Pero todo se compensa con la excelente actuación de Karloff, el ambiente de creciente terror y escenas casi oníricas. Sin ninguna duda, La Momia de 1932 jamás será eclipsada por imitaciones, remakes y demás engrendros surgidos del temor de los hombres hacia lo desconocido.
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