The Mummy’s Hand, USA, 1940
D.: Christy Cabanne
I.: Christy Cabanne. Con George Zucco, Peggy Moran, Cecil Kellaway, Dick Foran, Tom Tyler
Sinopsis: Los exploradores americanos Steve Banning y Babe Jenson llegan a Egipto y casi por casualidad hayan un mapa de la milenaria tumba de la princesa Ananka. Tras ser disimuladamente saboteados por el profesor Andoheb, curador de un museo local, logran financiarse y armar una expedición gracias al mago Solvani y su hija Marta.
Siguiendo las pistas, los exploradores llegan a su destino y descubren a la momia del príncipe Kharis resguardando el templo oculto donde yace la princesa Ananka. Sin embargo, lo peor está por ocurrir: están siendo acechados por el culto a Karnak, secta que por siglos ha custodiado la buscada tumba.
Y es que lo que nuestro amigos ignoran es que, más de tres mil años atrás, Kharis fue amante secreto de Ananka y que al querer resucitarla usando las medicinales Hojas de Tana, fue castigado siendo enterrado vivo, como “guardián” de su tumba. Cada vez que un profanador ubica la tumba prohibida, Kharis es resucitado por la secta para que aniquile a los profanadores.
Y una vez más, el culto de Karnak administra a la inerte momia una infusión de las poderosas Hojas de Tana, reviviéndolo como un indestructible monstruo bajo sus órdenes. La muerte comienza a llegar a los expedicionarios, y nada parece poder combatir la ira de vengativo Kharis.
Crítica: Ocho años después del éxito de La Momia, llega esta película de Serie B, que muchos consideran erróneamente una secuela o un remake. La Mano de la Momia solo toma como referencia vaga al clásico estelarizado por Boris Karloff, pero nada más.
La escena inicial, donde el anciano Sumo Sacerdote de Karnak (Eduardo Cianelli) le relata a su sucesor, el profesor Andoheb (George Zucco), la historia de Kharis, toma escenas del flash-back de La Momia. Se reciclan las escenas del sacerdote Imhotep y la princesa Ankh-es-en-Amon, aunque ahora se trata del príncipe Kharis (Tom Tyler) y la princesa Ananka, y se reemplaza al mágico Pergamino de Thot por las medicinales Hojas de Tana.
Obviamente estamos ante un producto de bajo presupuesto, con un guión hecho como si la película fuera a ser visto por niños, y que parece un relleno para las matinés. No solo no hay casi terror, sino que se meten elementos y personajes cómicos, como Babe Jenson (Wallace Ford), el “graciosito” de turno. De la tragedia de la Momia, ejecutada tres mil años atrás por un trágico amor prohibido, nada.
De hecho, no solo se remueve el elemento sobrenatural de La Momia (ya no hay reencarnación ni magia, solo un prodigio médico del Antiguo Egipto), sino que se simplifica la tragedia del protagonista. Kharis no es un ser atormentado como lo fue Imhotep, ni una vez resucitado da apasionados discursos (de hecho, le cortaron la lengua). Solo es una fría y patética máquina de matar, un autómata al servicio de una secta fanática. Y más que vengar a su amada, más parece que le mueve la adicción a las mentadas hojitas.
El argumento de Kharis como revivida momia solo se da luego de bastante metraje, donde el guión se centra en las chistosas venturas y desventuras de la parejita de yanquis aspirantes a arqueólogos, buscando fama y fortuna en la contemporánea tierra de las pirámides. Una vez que aparece la Momia, las cosas no mejoran, pues ni suspenso se nota en la acción, pese a que las escenas del hallazgo y resurrección de Kharis tratan de verse tenebrosas.
Sin embargo, este film “para programas dobles” en su época, tiene un mérito visto hoy en retrospectiva. Y es que aquí se dan elementos que luego serían reciclados (corregidos y aumentados) en futuras imitaciones y remakes. La secta milenaria que custodia a la Momia, las ruinas de una faraónica ciudad perdida, los tres exploradores occidentales (el héroe, la chica y el payaso), la violenta muerte (uno por uno) de los “profanadores”… todo eso comenzó con esta película.
He aquí la inspiración de todas las posteriores películas “de momias”, incluído el remake de La Momia de 1999. Sobre ésta última cinta: la secta Medjai se inspiró en el culto de Karnak; el trío protagonista tiene personalidades idénticas al de la comentada obra; la ciudad de Hamunaptra es una ampliación de las ocultas ruinas de Karnak; y en ambas, la Momia ejecuta violentamente a los que osaron incursionar en sus prohibidos dominios.
Sin ser una obra maestra, La Mano de la Momia queda como una curiosidad de coleccionista, no solo para fans de las maldiciones faraónicas en la pantalla, sino también para conocer el origen del planteamiento que hoy todos conocemos. En el momento de su estreno, si bien faltaba largo camino por recorrer, ya se empezaba con buen pie.
D.: Christy Cabanne
I.: Christy Cabanne. Con George Zucco, Peggy Moran, Cecil Kellaway, Dick Foran, Tom Tyler
Sinopsis: Los exploradores americanos Steve Banning y Babe Jenson llegan a Egipto y casi por casualidad hayan un mapa de la milenaria tumba de la princesa Ananka. Tras ser disimuladamente saboteados por el profesor Andoheb, curador de un museo local, logran financiarse y armar una expedición gracias al mago Solvani y su hija Marta.
Siguiendo las pistas, los exploradores llegan a su destino y descubren a la momia del príncipe Kharis resguardando el templo oculto donde yace la princesa Ananka. Sin embargo, lo peor está por ocurrir: están siendo acechados por el culto a Karnak, secta que por siglos ha custodiado la buscada tumba.
Y es que lo que nuestro amigos ignoran es que, más de tres mil años atrás, Kharis fue amante secreto de Ananka y que al querer resucitarla usando las medicinales Hojas de Tana, fue castigado siendo enterrado vivo, como “guardián” de su tumba. Cada vez que un profanador ubica la tumba prohibida, Kharis es resucitado por la secta para que aniquile a los profanadores.
Y una vez más, el culto de Karnak administra a la inerte momia una infusión de las poderosas Hojas de Tana, reviviéndolo como un indestructible monstruo bajo sus órdenes. La muerte comienza a llegar a los expedicionarios, y nada parece poder combatir la ira de vengativo Kharis.
Crítica: Ocho años después del éxito de La Momia, llega esta película de Serie B, que muchos consideran erróneamente una secuela o un remake. La Mano de la Momia solo toma como referencia vaga al clásico estelarizado por Boris Karloff, pero nada más.
La escena inicial, donde el anciano Sumo Sacerdote de Karnak (Eduardo Cianelli) le relata a su sucesor, el profesor Andoheb (George Zucco), la historia de Kharis, toma escenas del flash-back de La Momia. Se reciclan las escenas del sacerdote Imhotep y la princesa Ankh-es-en-Amon, aunque ahora se trata del príncipe Kharis (Tom Tyler) y la princesa Ananka, y se reemplaza al mágico Pergamino de Thot por las medicinales Hojas de Tana.
Obviamente estamos ante un producto de bajo presupuesto, con un guión hecho como si la película fuera a ser visto por niños, y que parece un relleno para las matinés. No solo no hay casi terror, sino que se meten elementos y personajes cómicos, como Babe Jenson (Wallace Ford), el “graciosito” de turno. De la tragedia de la Momia, ejecutada tres mil años atrás por un trágico amor prohibido, nada.
De hecho, no solo se remueve el elemento sobrenatural de La Momia (ya no hay reencarnación ni magia, solo un prodigio médico del Antiguo Egipto), sino que se simplifica la tragedia del protagonista. Kharis no es un ser atormentado como lo fue Imhotep, ni una vez resucitado da apasionados discursos (de hecho, le cortaron la lengua). Solo es una fría y patética máquina de matar, un autómata al servicio de una secta fanática. Y más que vengar a su amada, más parece que le mueve la adicción a las mentadas hojitas.
El argumento de Kharis como revivida momia solo se da luego de bastante metraje, donde el guión se centra en las chistosas venturas y desventuras de la parejita de yanquis aspirantes a arqueólogos, buscando fama y fortuna en la contemporánea tierra de las pirámides. Una vez que aparece la Momia, las cosas no mejoran, pues ni suspenso se nota en la acción, pese a que las escenas del hallazgo y resurrección de Kharis tratan de verse tenebrosas.
Sin embargo, este film “para programas dobles” en su época, tiene un mérito visto hoy en retrospectiva. Y es que aquí se dan elementos que luego serían reciclados (corregidos y aumentados) en futuras imitaciones y remakes. La secta milenaria que custodia a la Momia, las ruinas de una faraónica ciudad perdida, los tres exploradores occidentales (el héroe, la chica y el payaso), la violenta muerte (uno por uno) de los “profanadores”… todo eso comenzó con esta película.
He aquí la inspiración de todas las posteriores películas “de momias”, incluído el remake de La Momia de 1999. Sobre ésta última cinta: la secta Medjai se inspiró en el culto de Karnak; el trío protagonista tiene personalidades idénticas al de la comentada obra; la ciudad de Hamunaptra es una ampliación de las ocultas ruinas de Karnak; y en ambas, la Momia ejecuta violentamente a los que osaron incursionar en sus prohibidos dominios.
Sin ser una obra maestra, La Mano de la Momia queda como una curiosidad de coleccionista, no solo para fans de las maldiciones faraónicas en la pantalla, sino también para conocer el origen del planteamiento que hoy todos conocemos. En el momento de su estreno, si bien faltaba largo camino por recorrer, ya se empezaba con buen pie.
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