The Omega Man, USA, 1971
D.: Boris Sagal
I.: Charlton Heston, Anthony Zerbe, Rosalind Cash, Paul Koslo
Sinopsis: Una catastrófica guerra entre China y Rusia, con armas biológicas y atómicas, provoca la liberación de un mortífero virus que, fuera de control, se extiende rápidamente por todo el mundo.
Dos años después, la ciudad de Los Ángeles está habitada únicamente por Robert Neville, quien fue inmune a la epidemia que exterminó a la raza humana. Sin embargo, est último hombre vivo debe enfrentar a los sobrevivientes de la plaga, ahora convertidos en peligrosos mutantes.
Neville, convertido en una especie de Robinson Crusoe en un medio de seres hostiles, sobrevive combatiéndolos una y otra vez en las noches, única hora en que estas criaturas salen de sus oscuros refugios para atacar su fortificada vivienda. Pero esta tensa situación pronto dará un giro de ciento ochenta grados.
Y es que, de ser un resignado superviviente del holocausto, que se ha convertido en un cínico cazador de monstruos, Robert Neville se convierte inesperadamente en la última esperanza para que la extinta Humanidad resucite.
Crítica: La novela Soy Leyenda de Richard Matheson, publicada en 1954, había conocido una adaptación fílmica previa, en los años sesentas. Y es en 1971 que llega esta colorida nueva versión, bajo el título de El Último Hombre... Vivo.
Esta película respeta solamente lo básico del libro: un hombre solo que debe vivir en medio de monstruos hostiles. El guión se permite numerosas licencias, convirtiendo a este film en una versión libre de la inmortal obra de Matheson.
Mientras que en la novela nunca queda claro qué provocó la plaga, aquí se muestra una apocalíptica guerra entre la Unión Soviética y la República Popular China (ah, estos commies). Y Robert Neville es ahora un científico militar cuya inmunidad sí es explicada.
Sin embargo, no se capta la pesadilla del Neville literario aquí. En la novela, se ve claramente sus desesperación y ataques de ira, y recién al final aparece “curado de espantos”. En la cinta, salvo las escenas de los teléfonos y cuando arroja colérico una copa de vino, siempre se le ve tomar su situación filosóficamente y hasta con algo de humor irónico.
El mejor acierto del guión es la aparición de los mutantes. En el libro son feroces “vampiros”; aquí son pálidas criaturas albinas, alérgicas a la luz, han enloquecido, visten túnicas negras, reniegan de la extinta civilización y forman una fanática secta que busca destruir al único humano sobreviviente, Neville, atacando todas las noches su fortificada casa con todo tipo de armas medievales.
Sin embargo, a la mitad el film da un giro de ciento ochenta, traicionando el concepto de Matheson, al mostrar la llegada de otros seres humanos infectados del virus pero que no se han convertido aún en desquiciados engendros de la oscuridad. Usando sus conocimientos científicos, Neville ve en estos recién llegados una esperanza para que renazca la humana civilización.
Charlton Heston interpreta a un correcto Robert “Bob” Neville, imprimiéndole un aire resignado y cínico, que de vez en cuando suelta monólogos cargados a la vez de amargura y humor negro. Rosalind Cash hace una aceptable Lisa, una de los sobrevivientes no-enfermos, que iniciará un inevitable romance con Neville. Y del lado de los villanos está Jonathan Matthias (Anthony Zerbe), líder de la secta mutante “La Familia”, que da discursos apocalípticos y dirige a sus congéneres en la guerra contra el último ser humano (Neville).
Hay numerosas inconsistencias en la narración (sin los mutantes son foto-sensibles, ¿cómo pueden alumbrarse con antorchas?) Y la música de fondo es de lo más inadecuada. Y si a esto le sumamos un final desconcertante (que resulta ser una alusión al Cristianismo muy forzada), entonces no es de extrañar de los comentarios negativos que siempre ha tenido esta película.
Pese a todo lo anterior, esta película ha quedado como la más popular adaptación fílmica de la novela Soy Leyenda. Robert Neville ya quedó con el rostro de Charlton Heston, y los mutantes con aspecto de cadavéricos monjes medievales. Y es que, justo o injusto, la novela de Matheson ya encontró su imagen real en El Último Hombre... Vivo.
D.: Boris Sagal
I.: Charlton Heston, Anthony Zerbe, Rosalind Cash, Paul Koslo
Sinopsis: Una catastrófica guerra entre China y Rusia, con armas biológicas y atómicas, provoca la liberación de un mortífero virus que, fuera de control, se extiende rápidamente por todo el mundo.
Dos años después, la ciudad de Los Ángeles está habitada únicamente por Robert Neville, quien fue inmune a la epidemia que exterminó a la raza humana. Sin embargo, est último hombre vivo debe enfrentar a los sobrevivientes de la plaga, ahora convertidos en peligrosos mutantes.
Neville, convertido en una especie de Robinson Crusoe en un medio de seres hostiles, sobrevive combatiéndolos una y otra vez en las noches, única hora en que estas criaturas salen de sus oscuros refugios para atacar su fortificada vivienda. Pero esta tensa situación pronto dará un giro de ciento ochenta grados.
Y es que, de ser un resignado superviviente del holocausto, que se ha convertido en un cínico cazador de monstruos, Robert Neville se convierte inesperadamente en la última esperanza para que la extinta Humanidad resucite.
Crítica: La novela Soy Leyenda de Richard Matheson, publicada en 1954, había conocido una adaptación fílmica previa, en los años sesentas. Y es en 1971 que llega esta colorida nueva versión, bajo el título de El Último Hombre... Vivo.
Esta película respeta solamente lo básico del libro: un hombre solo que debe vivir en medio de monstruos hostiles. El guión se permite numerosas licencias, convirtiendo a este film en una versión libre de la inmortal obra de Matheson.
Mientras que en la novela nunca queda claro qué provocó la plaga, aquí se muestra una apocalíptica guerra entre la Unión Soviética y la República Popular China (ah, estos commies). Y Robert Neville es ahora un científico militar cuya inmunidad sí es explicada.
Sin embargo, no se capta la pesadilla del Neville literario aquí. En la novela, se ve claramente sus desesperación y ataques de ira, y recién al final aparece “curado de espantos”. En la cinta, salvo las escenas de los teléfonos y cuando arroja colérico una copa de vino, siempre se le ve tomar su situación filosóficamente y hasta con algo de humor irónico.
El mejor acierto del guión es la aparición de los mutantes. En el libro son feroces “vampiros”; aquí son pálidas criaturas albinas, alérgicas a la luz, han enloquecido, visten túnicas negras, reniegan de la extinta civilización y forman una fanática secta que busca destruir al único humano sobreviviente, Neville, atacando todas las noches su fortificada casa con todo tipo de armas medievales.
Sin embargo, a la mitad el film da un giro de ciento ochenta, traicionando el concepto de Matheson, al mostrar la llegada de otros seres humanos infectados del virus pero que no se han convertido aún en desquiciados engendros de la oscuridad. Usando sus conocimientos científicos, Neville ve en estos recién llegados una esperanza para que renazca la humana civilización.
Charlton Heston interpreta a un correcto Robert “Bob” Neville, imprimiéndole un aire resignado y cínico, que de vez en cuando suelta monólogos cargados a la vez de amargura y humor negro. Rosalind Cash hace una aceptable Lisa, una de los sobrevivientes no-enfermos, que iniciará un inevitable romance con Neville. Y del lado de los villanos está Jonathan Matthias (Anthony Zerbe), líder de la secta mutante “La Familia”, que da discursos apocalípticos y dirige a sus congéneres en la guerra contra el último ser humano (Neville).
Hay numerosas inconsistencias en la narración (sin los mutantes son foto-sensibles, ¿cómo pueden alumbrarse con antorchas?) Y la música de fondo es de lo más inadecuada. Y si a esto le sumamos un final desconcertante (que resulta ser una alusión al Cristianismo muy forzada), entonces no es de extrañar de los comentarios negativos que siempre ha tenido esta película.
Pese a todo lo anterior, esta película ha quedado como la más popular adaptación fílmica de la novela Soy Leyenda. Robert Neville ya quedó con el rostro de Charlton Heston, y los mutantes con aspecto de cadavéricos monjes medievales. Y es que, justo o injusto, la novela de Matheson ya encontró su imagen real en El Último Hombre... Vivo.
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